La festividad de la Universidad de Zaragoza ha contado con la alocución de la directora del IPH, Concha Lomba
(Zaragoza, viernes, 24 de marzo de 2023). Hoy se ha celebrado la festividad de la Universidad de Zaragoza, presidida por el rector de la Universidad de Zaragoza, José Antonio Mayoral, acompañado de la consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, Maru Díaz. La catedrática de Historia del Arte y directora del Instituto de Patrimonio y Humanidades (IPH), Concha Lomba, ha sido la encargada de impartir la alocución, que ha versado sobre las artistas en la España contemporánea entre 1800 y 1940, las cuales, haciendo caso omiso de los preceptos sociales establecidos, se inclinaron por la creación artística.
El acto ha comenzado con la formación de la comitiva académica y de autoridades que, precedida de los maceros, se ha dirigido a la sala Paraninfo. La ceremonia se ha iniciado con el homenaje a los miembros de la comunidad universitaria que han pasado a la situación de jubilación, en reconocimiento a su dedicación y entrega generosa en el trabajo.
Tras una actuación musical a cargo de profesores del Conservatorio Municipal y del Conservatorio Profesional de Zaragoza, Concha Lomba, ha impartido la alocución “Emergiendo del eclipse. Las artistas en la España contemporánea, 1800-1940" en la que ha expuesto cómo en un tiempo en el que la ideología dominante tan solo aceptaba una mínima formación para que las mujeres pudieran desempeñar su papel como madres y esposas despreciando su capacidad para desempeñar cualquier otra tarea, aquellas osadas mujeres, haciendo caso omiso de los preceptos sociales establecidos, se inclinaron por la creación artística e incluso planteársela como su profesión, debiéndose enfrentar a un doble reto, pues a su condición subsidiaria como mujeres se sumaban los muchos y graves obstáculos que, como creadoras, tuvieron que sortear hasta alcanzar la deseada consideración en la escena artística.
El punto de partida no podía ser peor, ya que debían contar con un sólido apoyo familiar de sus progenitores o esposos. Aquellas privilegiadas que, contando con el beneplácito familiar, pudieron proseguir con sus deseos solían disponer de una posición económica desahogada. Tras estudiar las enseñanzas preceptivas, iniciaban su formación artística asistiendo a clases privadas, ya que no podían matricularse en centros de formación especializados. El paso siguiente consistía en mostrar su producción en sus propios estudios y en los escasos certámenes que por aquel entonces se organizaban, donde ellas solían concursar en las secciones dedicadas a las artes decorativas, una especialidad artesanal que encajaba mejor con las capacidades que se les suponían.
Tras la exhibición de su producción, el paso siguiente era conseguir una buena crítica y, si fuera posible, publicada en una revista o periódico, pero la misoginia imperante rechazaba la proyección pública para la creación artística de las damas. Todavía debían sortear otros obstáculos como ser aceptadas en las academias de Bellas Artes y los museos, que sus obras fuesen incorporadas y exhibidas entre las colecciones de los museos o instituciones y que lograran tener presencia en el raquítico mercado artístico español, un asunto difícil para los varones y que muy pocas mujeres llegaron a conseguir.
Y aunque en el camino quedaron sepultados los sueños de muchas de ellas, hasta el final de la guerra civil española se ha documentado que trabajaron, en uno u otro momento, con mayor o menor asiduidad, casi un millar de mujeres. La mayoría fueron pintoras, pero también hubo escultoras, ilustradoras, grabadoras y fotógrafas.
Han actuado como madrinas las profesoras doctoras e investigadoras del IPH Elena Barlés Báguena y María del Carmen Morte García.
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